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¡Extendiendo las raíces hacia la corriente!

Texto: Jeremías 17: 5-8


El texto para esta ocasión, que se encuentra en el libro de Jeremías, es el pasaje que tomamos de referencia para nuestro aniversario. Es interesante en esta porción, el uso de la imagen del árbol, que aquí se expresa a través de dos símiles contrastantes. Esto es; por un lado, la persona que pone su confianza en las fuerzas y posibilidades humanas, ya sean propias o ajenas. En los primeros versículos, esta persona es representada como una zarza en el desierto. Mora en condiciones de tal aridez, que ni siquiera se da cuenta cuando llega el bien. Por otro lado, está la persona que pone su confianza en Dios. En contraste, ésta es como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente.


Al considerar con detenimiento el contexto del texto, además de seguir la lógica del planteamiento del profeta, nos damos cuenta que, no son las condiciones externas las que determinan al fin de cuentas, cómo se encuentra el árbol. No es que el árbol es frondoso y que da fruto porque se encuentra en un espacio idílico, como si estuviese en el jardín del Edén. En ambas imágenes, las condiciones externas no son las que determinan la vida y productividad de la planta; lo que lo determina es, hasta dónde llegan sus raíces.


El árbol frondoso que describe Jeremías se encuentra en un lugar donde viene el calor y también la sequía, exactamente como la zarza que se encuentra en el desierto, pero la diferencia está en que, el árbol frondoso extiende sus raíces hasta alcanzar agua. Más cuidado, no se trata de cualquier agua, ni siquiera de abundante agua estancada, sino de alcanzar la corriente de agua que da vida.


Es esencial que entendamos que, como iglesia, afirmar que somos cual el árbol sembrado junto a la corriente de las aguas, en nada se refiere a una posición privilegiada de bienestar o como alguna persona pensaría, de prosperidad. Si seguimos la lógica de la expresión de Jeremías, nos damos cuenta que, el asunto no es que, todo le va bien a quien pone su confianza en el Señor, pues apunta a que en algún momento vendrá el calor y también la sequía. Lo que sí resalta es, que quien confía en el Señor, no temerá cuando el momento se torne difícil.


La imagen de Jeremías es representativa de nuestra vida individual y también colectiva. Apunta claramente a Dios, como la única fuente confiable de agua; es decir, de lo que nutre, lo que sostiene, lo que da vida.

Este hermoso texto nos provee la oportunidad de considerar aquello que no se ve, es decir, nuestras raíces espirituales, y cuán extendidas están para recibir lo necesario, lo que el Señor quiere darnos, para que, en todo tiempo, podamos dar frutos en abundancia.


Estos son momentos muy difíciles, en este terruño borincano. La aridez y el calor sofocante de esta hora, nos ha drenado de la estabilidad y la paz que, como pueblo, a duras penas hemos tratado de mantener. Nuestra gente se encuentra como en un desierto, árido y sin vida. Hoy más que nunca, la iglesia reverdece, evidenciando por medio de sus frutos, que en el Señor hay esperanza. Afirmamos que esa corriente de aguas que nutren y fortalecen, están disponibles aquí y ahora, para traer esperanza y vida en abundancia.

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