Vengan y Coman
- Rvda. Adlin Quiles
- hace 7 días
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Juan 21: 12

En abril de 2010 el gobierno israelí prohibió la pesca en el mar de Galilea por un término de dos años. Esos dos años serían un periodo de recuperación ecológica. Por primera vez en 5,000 años, el mar de Galilea no pudo suplir de pescado a la población de la región. La explotación pesquera del lugar combinada con un virus que infectó la especie más importante de los peces locales fue la principal causa de la prohibición. En 2013 un millón de tilapias saludables fueron soltadas en el mar con el propósito de revivir las especies y las aguas.
Me pregunto cómo hubieran reaccionado Pedro y los otros discípulos que se dedicaban a la pesca si los romanos hubieran emitido una orden similar. Dos años sin poder salir a pescar en el mar de Galilea. Tal vez hubieran buscado otra profesión o se hubieran mudado a otra región donde pudieran pescar. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que, en un momento de gran crisis y de grandes desafíos, aquellos hombres regresaron a sus barcas y a la pesca en el mar de Galilea.
El capítulo 21 del evangelio de Juan nos narra cómo, luego de la resurrección, Pedro, junto con otros seis discípulos, salen una noche a pescar. Juan nos dice que fue una noche que no produjo el resultado esperado. “No pescaron nada en toda la noche” (vs. 3). Me puedo imaginar la frustración y el cansancio de aquellos hombres. Los imagino echando la red una y otra y otra vez; quizá peleándose entre ellos. “Echémosla por aquí… No, mejor por acá… Rema en esta dirección… No, no, vamos hacia allá…”; probablemente cuestionándose qué pasaba, dónde estaban los peces, qué estaban haciendo mal que no lograban pescar nada. A su parecer, les había ido mal; había sido una mala noche. Es posible que llegaran a pensar que aquella mala noche era el anticipo de un mal día. Sin embargo, descubrieron que, como dijo el Salmista: “a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5).
Juan nos cuenta que, al amanecer, ya de regreso y cerca de la orilla, Jesús se les aparece en la playa. El Cristo resucitado llega para guiarlos y dirigirlos en su pesca. Les dice dónde echar la red para que atrapen los peces. Ellos obedecen y, al hacerlo, la mala noche se convirtió en un gran día. Atraparon tantos peces que no podían sacar la red. Una vez llegan a la orilla, Jesús los recibe con un desayuno listo para ellos. “Vengan y coman”, les dice Jesús.
¿Cuántos de nosotros no hemos tenido “malas noches”? Todos hemos vivido etapas y momentos en nuestra vida en los que parece que todo nos sale mal; que nada funciona; que, por más que lo intentemos, los problemas no se resuelven, la crisis parece vencernos, se nos acaban todos los recursos y no entendemos nada. La vida a veces parece estar llena de frustraciones y de pérdidas. Sin embargo, el Cristo resucitado siempre se acerca a nosotros para transformar nuestras frustraciones en logros y nuestras pérdidas en ganancias.
Hoy día el mar de Galilea está abierto para la pesca y es una rica e importante fuente de pescados para la región. Hoy día, el Cristo resucitado se acerca a nuestra orilla para ayudarnos a encontrar lo que necesitamos. Nos ilumina con la oportunidad de un nuevo día y la esperanza de una nueva perspectiva. Nos invita a una nueva experiencia de vida. Ha preparado su mesa y nos dice: Vengan y coman.
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