Hechos 4.12
Los tiempos que antecedieron a la reforma protestante fueron tiempos de crisis y cambios políticos. En este tiempo se fortalecieron naciones como: España, Francia e Inglaterra, y surgieron otras como los reinos de Suiza y Holanda. Sin embargo, la situación en la que vivía la mayoría de las personas era crítica. La inflación, la pobreza y la explotación económica de la iglesia proveyeron un campo fértil para la revolución.
Todo lo anterior, entre otros factores, dio paso a la Reforma Protestante. Para este tiempo, contrario a períodos anteriores, la iglesia ya había atravesado por siglos de formación, contaba con un liderato definido, una liturgia establecida y el canon bíblico. La reforma fue un movimiento plural, que contó con múltiples exponentes y distintas visiones que buscaron reordenar los asuntos de la iglesia para que estos fueran conforme a lo establecido en las Sagradas Escrituras. De todos estos exponentes, Martín Lutero es el más conocido por sus 95 tesis. Estas tenían como propósito presentar su reflexión teológica sobre Dios, Jesucristo, la Iglesia y la Biblia, entre otros.
De este proceso, podemos destacar las “solas” de Lutero (Cristo, Fe, Gracia, Escritura y Gloria a Dios), afirmaciones que, cual campanazo, deben retumbar en el interior de la iglesia. De todas estas, distingo en particular el solo Cristo, pues la Cristología de Lutero estaba basada en Cristo como verdadero Dios y verdadero hombre de una unidad inseparable. Considerando la obra redentora de Cristo, Lutero habla del “maravilloso intercambio”, proceso a través del cual, mediante la unión de Cristo con la naturaleza humana, la justicia de Cristo viene a ser nuestra, y nuestros pecados suyos. Con esto en su pensamiento, se rehusó a tolerar cualquier tipo de especulación sobre el Dios-hombre separado, sea de la persona histórica de Jesús mismo, o sea de la obra que vino a hacer y del oficio que vino a cumplir para redimirnos.
Hoy continuamos afirmando como iglesia la obra de Cristo en su encarnación y en sus propósitos de vida para con la humanidad, pues solo Cristo ha sido capaz de entregarse a sí mismo para reconciliar al ser humano con Dios y, en ello, transmitir salvación y vida eterna.
Bendiciones,
Pastor Alberto
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