Simiente de esperanza

Isaías 6

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El relato del llamado de Isaías es un pasaje que debemos considerar detenidamente. En el mismo encontramos una teofanía o revelación divina a la cual el profeta responde con completa humildad. Debemos recordar que esta experiencia surge en el contexto de la muerte del rey Uzías, lo que, según algunos estudiosos del texto bíblico, sugiere la posibilidad de que el rey haya actuado como impedimento para el desarrollo profético de Isaías. También encontramos un mensaje de juicio dirigido al pueblo, producto de la dureza de su corazón hacia el mensaje divino. No obstante, en el relato encontramos dos signos de esperanza: primero, la respuesta afirmativa del profeta que expresa obediencia a la voluntad divina y una preocupación genuina por el pueblo; segundo, la afirmación de que, a pesar del pecado, habrá una simiente santa.

El llamado de Isaías es un referente para nosotros como iglesia. Nuestro contexto de violencia, maltrato y muerte se presenta como resistencia a la verdad del evangelio. Mas para responder a esa realidad es que nos ha llamado el Señor. Su llamado nos recuerda que nuestra misión no se fundamenta en la capacidad humana, sino en la autoridad de Dios, que es quien nos ha enviado. A la misma vez, nos llama a una total dependencia de la gracia y a una armonía absoluta con él en un mundo que se resiste a su mensaje.

Ante tal resistencia, la respuesta de la iglesia tiene que ser una que reconoce humildemente la voluntad divina y se dispone a su cumplimiento. No podemos olvidar que esa es nuestra responsabilidad, ser instrumento de consuelo y dirección. Es nuestro deber el testimonio que hace saber que, a pesar del pecado, el mensaje de Dios siempre producirá una simiente de esperanza.