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Foto del escritorRvdo. Alberto J. Díaz Rivera

Recordatorio de amor

Colosenses 4.2-6

 

Cuando salía de mi casa en mi adolescencia y juventud temprana a compartir con otra familia, usualmente mis padres me hacían ciertos recordatorios de cómo debía comportarme. Esos recordatorios eran la llamada “cartilla”, a la cual se le ha dado una connotación negativa por las consecuencias que podía tener no seguirla. Sin embargo, la “cartilla” también procuraba un bien común, puesto que, además de querer librar a uno de ciertos riesgos o conductas inapropiadas, también procuraba que uno dejara una buena impresión en aquellas personas con quien uno compartía.


El pasaje considerado contiene unos recordatorios a la iglesia sobre cómo cuidar su espiritualidad y testimonio. El autor inicia el pasaje con una exhortación a “estar alertas” de aquellos peligros que podían alejarles de la verdad. Con esto en mente, el autor toma una de las prácticas espirituales para las cuales Jesús fue el modelo: la oración. Esa oración debía ser una insistente y constante, —tal como la de Jesús en Getsemaní—, y debía tener un propósito claro: que se abrieran puertas para la predicación del evangelio.


El segundo recordatorio era vivir sabiamente, especialmente ante los no creyentes. Para el autor, esa sabiduría consistía en aplicar el conocimiento de la ley (las enseñanzas de Jesús) a la vida, de manera que el amor que ellos sentían por Dios afectara positivamente su conducta e impactara para bien a quienes estaban a su alrededor. Así pues, si el testimonio de la iglesia era correcto, el evangelio de Jesús se beneficiaría.


La tercera exhortación es a que la iglesia hablara, pero pone un criterio muy claro: hablen con gracia y sal. En otras palabras, ante las ideas contrarias al espíritu del evangelio —injurias, calumnias, traiciones, entre otras—, la palabra de la iglesia debía ser edificante, pues debía transmitir la pureza del evangelio.


Hoy podemos ver ese pasaje como un recordatorio de amor que busca, no solo nuestro bienestar, sino también el de aquellos que nos rodean y de quienes Dios pone en nuestro camino. Que el Señor nos ayude a ser una iglesia que ora, que vive sabiamente y que siempre tiene en sus labios una palabra de gracia y de salvación.


Pastor Alberto

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