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Obediencia: evidencia de amor

Juan 14: 23–29


Jesús habló en varias instancias acerca del amor. De hecho, señaló como el más grande de los mandamientos “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente…”, y el segundo es semejante: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. A través de innumerables relatos —como el del buen samaritano, la mujer sorprendida en adulterio, entre otros—, Jesús quiso ejemplificar qué cosas son acciones de amor hacia el prójimo. Sin embargo, el mandato de amar al prójimo no podemos desligarlo del primero de los mandamientos: amar a Dios. Entonces, cabe preguntarnos: ¿cómo amamos a Dios?


El relato considerado forma parte del grupo de enseñanzas que nos recuerdan cómo amar a Dios. Quizás una de las más conocidas es la respuesta de Jesús a Pedro cuando le dijo: si me amas, pastorea mis ovejas. En esta ocasión, el relato, enmarcado en la promesa del Espíritu Santo, nos presenta unas claves que debemos observar. Estas nos ayudarán a discernir como creyentes si verdaderamente amamos a Dios o si hemos limitado nuestro amor a Dios.


En primer lugar, Jesús señala la obediencia como un acto de amor a Dios. La mayor prueba de este amor está en atesorar y practicar sus enseñanzas. Segundo, con una relación con el Espíritu Santo en la cual Dios se da a conocer “porque nos enseñará y recordará todas las cosas”. En tercer lugar, la confianza que tenemos en Dios; la cual nos permite vivir en quietud y seguridad. Por último, la expectación de su venida. Personalmente, creo que esto tiene dos dimensiones, primero en el presente, en el Dios que se acerca diariamente a nuestras vidas. Segundo, una dimensión escatológica, enfocada en el Dios que regresará en gloria.


Es posible que las palabras de Jesús a sus discípulos respondieran una triste realidad, esta es, los discípulos estaban tan concentrados en sí mismos que no amaron lo suficiente a Jesús y no le creyeron. Preguntémonos: ¿es posible que corramos el mismo riesgo? ¿Es posible estar tan concentrados en nosotros mismos que olvidemos amar a Dios? No corramos ese riesgo; amemos a Dios y que nuestra obediencia sea evidencia de ello.

 
 
 

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