“El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en densas tinieblas
la luz ha resplandecido.” Isaías 9:2
“Pero el ángel les dijo, no tengan miedo. Miren que les traigo
buenas noticias que serán motivo de mucha
alegría para todo el pueblo.” Lucas 2:10
Ya comenzamos la celebración del Adviento, es decir, el anuncio del nacimiento, de la llegada del Salvador. Anticipamos esa presencia encarnada de Dios en Cristo Jesús. El tema para este Adviento de 2020, expresa sin ambigüedades que hay una buena noticia de parte de Dios para la humanidad y que esa buena noticia es Jesús, el Emmanuel, Dios encarnado.
Este año, donde ya hemos tenido que hacer infinidad de ajustes a nuestras costumbres y celebraciones, y lo que aún nos falta… mucha gente se pregunta si habrá una buena noticia que compartir, más allá de una vacuna contra el COVID. La respuesta es clara. En un tiempo de enfermedad, de temores, de carencias, de la falta del apoyo presencial de las personas que amamos, de la incertidumbre ante el futuro, la gente de fe levanta su voz, pero no con un mensaje que tergiversa la Palabra, como tampoco de enajenación, sino un mensaje de paz y de esperanza.
De eso se trató el mensaje del profeta Isaías en los momentos en que el pueblo pensaba desmayar. Sobre eso era el cántico de los ángeles al acercarse a los pastores en medio de las tinieblas de la noche. Era palabra de seguridad y de fortaleza para personas que se encontraban confundidas y desalentadas por la oscuridad que les arropaba. Una oscuridad que no tenía que ver tanto con la falta de medios para alumbrarse, sino con la falta de esperanza para sostenerse.
Es menester descubrir qué es lo que el Señor requiere y demanda de su iglesia hoy. En el caso del pueblo de Israel, era necesario creer que Dios estaba presente a pesar de las circunstancias y que Dios tenía aún un proyecto para su pueblo. Requería de una capacidad renovada de creer, es decir, esperar aún antes de verlo, y además trabajar para hacerlo cumplir.
Dios está presente y su voz no se ha callado, su mano no se ha retirado y su misericordia no ha cesado. Es hora de escuchar nuevamente, y reafirmar nuestra fe, porque la buena noticia es, que en este niño del pesebre, Dios se acercó a nuestra humanidad para mostrarnos su amor maravilloso y brindarnos su Paz.
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