Al comenzar este año, afirmábamos la importancia del llamado que hemos recibido como iglesia para alcanzar, predicar y discipular. El testimonio de las Sagradas Escrituras nos recuerda la importancia de este llamado. Como ejemplos, la Biblia nos provee el envío de los doce —en el cual fueron enviados a las ovejas de Israel— y el de los setenta —quienes fueron enviados a toda ciudad donde Jesús habría de ir—. Ambas misiones tenían un mismo propósito: anunciar la cercanía del reino de los cielos y demostrar, a través de los enviados, que parte de los signos de ese reino son la sanidad y la restauración.
Para cumplir ese llamado, los discípulos debían primero alcanzar a otros. Esto implicaría llegar a los caminos, las casas, las ciudades —en fin, al mundo— para compartir el testimonio y las señales del reino de Dios. En segundo lugar, los discípulos debían predicar. No obstante, para predicar era necesario de que reconocieran la universalidad del evangelio, es decir, que aquellas buenas noticias eran para “toda persona”. El resultado de esas buenas noticias en la vida de quien creyera sería uno de sanidad, liberación y de manifestaciones extraordinarias del poder de Dios.
Por último, esta comisión iría acompañada de la responsabilidad de discipular. Para discipular, sería necesario renunciar a la confianza en uno mismo y comenzar a depender plenamente en Dios; tener la disposición de asumir el costo que pueda conllevar nuestra unión con Cristo y, ante todo, permanecer en Él. El acto de discipular debía transmitir a los alcanzados aquello que caracteriza a un verdadero discípulo de Jesús.
Considerar la Gran Comisión y afirmar su importancia para la vida de la iglesia nos recuerda la gran responsabilidad que nos ha sido dada. Para lograr la Gran Comisión, la responsabilidad educativa es imperativa, pues los enviados debían enseñar a otros todas las cosas que Jesús les había dicho. Como iglesia, debemos renunciar a la confianza en nuestras propias capacidades y tomar en nuestras manos la responsabilidad, unidos a Cristo, de discipular y transmitir las buenas nuevas transformadoras a toda persona con la que nos encontremos en el camino de la vida.
¿Listos y listas para compartir las buenas noticias? El Señor irá con nosotros.
Comments