Alaba mi alma al SeƱor
- Rvdo. Alberto J. DĆaz Rivera
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Lucas 1:46ā55

El pasaje considerado es conocido como el Magnificat, primera palabra de la expresión latina: āmagnifica mi alma al SeƱorā. Al leer el pasaje, es posible identificar cierto parecido entre este y la oración de Ana en 1 Samuel. Algunas razones para esta semejanza es que ambas mujeres eran devotas judĆas y ambos hijos nacerĆan como producto de una intervención divina. Sin embargo, debemos notar que, a pesar de este parecido, la mayorĆa de las frases que encontramos en esta expresión de alabanza a Dios son tomadas de los salmos.
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El MagnificatĀ surge como respuesta a dos encuentros previos que tuvo MarĆa. El primero, con el Ć”ngel Gabriel, quien se le presentó para decirle que habrĆa de concebir por el EspĆritu Santo al Hijo de Dios, a quien habrĆa de llamar JesĆŗs. El segundo encuentro fue con su pariente Elizabeth, esposa del sacerdote ZacarĆas, quien, al escuchar el saludo de MarĆa, fue llena del EspĆritu Santo y expresó: āBendita tĆŗ entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientreā. MarĆa internalizó lo que Dios le habĆa hablado y, como respuesta, en alabanza expresó su gratitud por haberle mirado a pesar de su condición; por haber extendido su misericordia sobre los necesitados; por obrar con poder haciendo provisión a unos y quebrantando a otros; y, asimismo, por haberlos hecho sus hijos.
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Como iglesia, el Magnificat debe motivarnos a escuchar atentamente la voz de Dios, la cual siempre nos hablarÔ acerca de Jesús y testificarÔ de sus propósitos en nosotros. Asimismo, debe convocarnos a responder, mediante una vida en alabanza, con agradecimiento, testimonio y reconocimiento del poder y amor de Dios para con nosotros.






