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Romanos 1:16–17

 

La carta a los romanos es una de las obras más importantes del Nuevo Testamento. La carta tiene dos propósitos fundamentales: el primero, presentar la universalidad del evangelio, esto es, presentar un evangelio accesible para todo ser humano. Esta universalidad se presenta a través de temas como la justicia de Dios, la Ley, la justificación por medio de la fe, el pecado, el bautismo, la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios, entre otros temas. El segundo propósito es expresar el compromiso misional del apóstol Pablo en extender el evangelio. En esa dirección, el apóstol apela a la capacidad de la iglesia de Roma para auspiciar la obra misional en España.


El pasaje considerado transmite dicho compromiso misional. Para Pablo, las buenas noticias eran para todos los seres humanos, por lo que no había excepciones en cuanto a quiénes necesitaban escucharlas, fueran judíos, griegos o romanos. Esas buenas noticias tenían la capacidad de transformar al ser humano al sacarlo de la corrupción producida por el pecado y llevarlo a una experiencia salvífica por medio de la fe en Jesús. Como comentara un erudito bíblico: “la fe es la mano vacía del pecador tendida a Dios, el Dador”, pues solo Él tiene la capacidad de dar al ser humano que cree la salvación que tanto necesita; esto es la justicia de Dios. Con este mensaje, el apóstol le hace saber a la iglesia que Dios no le daba al ser humano lo que merecía, pues, si fuera así, todo ser humano sería condenado por causa del pecado. Todo lo contrario: Dios en su gracia le permite al ser humano, en toda edad y circunstancia, apropiarse de la salvación y vivirla a pesar de la condición de pecado de este.


Para sustentar su argumento, el apóstol toma una profecía de Habacuc en la cual el profeta le comunica al pueblo que, aunque haya momentos en los que no podamos comprender los hechos del Señor, siempre será mejor confiar en Él. Basado en esta profecía, el apóstol dice a la iglesia: “el justo por la fe vivirá”. Pareciera que le dice a la iglesia que no hay conocimientos o acciones que sean fuente de salvación: es solo por nuestra confianza en Jesús. De esta manera, Pablo instaba a valorar, vivir y compartir las buenas noticias que habían recibido.


¡Que el Señor nos ayude a vivir de tal manera la fe que podamos compartir con otros acerca del evangelio de poder!

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