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Redescubrir y redefinir para alcanzar

Lucas 10:1-12

 

Hace unos domingos considerábamos la misión de los doce, es decir, aquel envío que Jesús hiciera a sus discípulos para anunciar las buenas nuevas del Reino. Aquella misión parece que no terminó de la manera esperada. Debemos observar que Jesús tuvo que aclararles a sus discípulos el mensaje a dar, enseñarles que no debían evadir a las personas en necesidad, que debían asumir el costo del envío, enseñarles que no debían ser protagonistas y que debían tener como prioridad la comunidad. Luego de lo que podríamos denominar como el fracaso de aquel envío, Jesús expresó “la mies es mucha”; como si quisiera visibilizar el anuncio del evangelio a Su manera: siguiendo el camino de la cruz.


El número 70 es un símbolo de las naciones paganas en el Antiguo Testamento. Con este número, Jesús les hacía saber a sus seguidores quienes eran ellos. Así pues, Jesús no los veía como un grupo exclusivo para Israel y tampoco de Israel, pues aquellos pueblos considerados paganos no solo serian evangelizados, sino que ellos también serían portadores de las buenas nuevas del reino de Dios. La estrategia era ir de dos en dos por la responsabilidad que implicaba ser portadores de dichas noticias.


Esta misión también conllevaba unas exigencias; la primera, el compromiso de oración, pues debía haber una oración constante por el obrar de Dios en el mundo, ya que “la mies era mucha”. En segundo lugar, era emocional, pues tenían que estar dispuestos a enfrentar hostilidad. Tercero, material, pues Jesús esperaba sencillez en el ministerio. Cuarto, en la acción, pues no debían detenerse por el rechazo de algunos. Quinto, demandaba capacidad para en medio de los conflictos seguir el camino de la paz. Sexto, en lo cultural, pues debían responder a la realidad de las casas que los recibieran. Séptima y última exigencia, sus acciones, pues las mismas debían ser sanadoras. Si esto hacían, tal como expresó Jesús, verían a “Satanás caer desde el cielo”, pues el objetivo de la misión de Jesús es que la iglesia afronte los poderes del mal y proclame la libertad que solo el evangelio de Jesús puede dar.


A la luz de lo anterior, si queremos ser una iglesia que alcanza, predica y discipula, nos es necesario reflexionar en la misión de los 70 y redescubrir quiénes somos, redefinir nuestra estrategia, cumplir con las exigencias y alcanzar el objetivo de la misión de los 70, es decir, vivir una fe genuina.

 

Referencia: “La misión de los setenta: Redefiniendo la misión” por la Dra. Luz M. Rivera Miranda

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