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Foto del escritorRvdo. Alberto J. Díaz Rivera

Hemos sido enviados

Marcos 6: 7–13

 

Hace unas semanas considerábamos nuestra responsabilidad de alcanzar, predicar y discipular a la luz del relato de la Gran Comisión. Como parte de esta reflexión, afirmábamos el deber de enseñar aquello que de Jesús hemos aprendido. Añadíamos que, para cumplir con esta responsabilidad, era necesaria renunciar a nuestras propias capacidades para depender plenamente de Él, así como asumir la responsabilidad de ser instrumentos de transformación, algo que solo es posible en la medida que estemos unidos con Cristo.


El pasaje considerado continúa lo anteriormente compartido. Se presenta como un texto fundamental al considerar la responsabilidad de la iglesia con la predicación del evangelio puesto que la encomienda recibida por los discípulos anticipaba el llamado de la iglesia. Así pues, el relato le recuerda al lector cómo responder ante la encomienda de Jesús. En primer lugar, el relato señala que, ante la misión, la iglesia debe responder según la autoridad de Dios. Segundo, la iglesia debe responder confiada de que, por la provisión de Dios, recibirá todo cuanto necesita. Tercero, la iglesia debe responder con la humildad y la disposición de recibir la ayuda de quienes Dios pone en el camino para bendecirle. Cuarto, la iglesia responderá con la predicación del evangelio.


De la misma manera en que aquellos primeros discípulos fueron enviados a continuar la misión de Jesús, nosotros también hemos sido enviados, y asumimos esta misión con un alto sentido de responsabilidad y de entrega absoluta, pues eso es lo que Dios demanda de su iglesia. Al hacer esto esto, veremos como signo del reino las acciones liberadoras y sanadoras en la vida de otros.


Al considerar lo anterior, declaramos que continuaremos siendo una iglesia que alcanza, predica y discipula, pues a eso hemos sido enviados.

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