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Foto del escritorRvda. Yamina Apolinaris

¡Celebramos!

“Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes.”

¡Estamos de cumpleaños! Nuestra iglesia cumple 119 años de testimonio cristiano desde esta ciudad de Caguas al Mundo. Lo decimos con gratitud y con certeza, pues el Señor ha dado a esta iglesia la bendición de ser como un árbol frondoso, que da buenos frutos.


Te convocamos a separar estos días para participar del programa de Aniversario preparado para esta ocasión tan especial. No podemos olvidar que, las experiencias de adoración como las diversas actividades, en cierta manera, dramatizan y representan lo que ha acontecido en nuestro quehacer como iglesia, pero también identifican la visión para el futuro, al expresar los sueños y sus anhelos para el nuevo camino que el Señor abre a nuestro paso.


El tema de este aniversario es: Dando frutos en todo tiempo”. Con esto queremos destacar las personas que a lo largo de esta larga trayectoria han sido, además de quienes continúan siendo frutos que nutren, que sirven, que testifican del amor, que acompañan, que trabajan, que brindan esperanza y que actúan como instrumentos de transformación en el nombre de Cristo Jesús. El tema es también un compromiso con Dios y con nuestra comunidad, pues el Dios que nos llama y nos usa, no nos ha llamado para compartir unas bendiciones que hemos de disfrutar de manera privada. Somos llamados y llamadas a dar fruto, porque lo que evidenciamos a través de nuestro testimonio de vida, tiene que servir de nutrición y de vida para nuestra comunidad.


Celebramos y proclamamos a Dios que, en el pasado nos salió al encuentro y con su amor maravilloso nos alcanzó, nos rodeó, nos levantó, fue provisión, nos liberó y nos dio nueva vida.

Celebramos y proclamamos a Dios que, en el presente nos muestra su amor infinito, su gracia perdonadora y redentora. Ese amor maravilloso es el que nos permite, ante la crisis que vive nuestro pueblo, proclamar que, por causa y desde ese amor, Dios sigue obrando paz, consuelo y seguridad.


Con fe y esperanza celebramos y proclamamos que, el futuro no está asediado por la incertidumbre o el temor, pues no depende de nuestras fuerzas solamente, sino de la buena voluntad de Dios que, si le permitimos, se cumplirá en nuestras vidas y a través nuestro.

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