
Me acerco al estudio de la Palabra como decía el Rvdo. Pedro Hernández el pasado 23 de agosto en su prédica: Sin prejuicios, sin esperar escuchar lo que yo deseo escuchar. También con el deseo profundo de que la palabra sea modelo de vida no solo repeticiones o memorizaciones que no se viven en pos de servir al prójimo. Porque amar al prójimo que debe ser nuestra meta principal.
Me propongo tomar de ejemplo a Santiago, no andar alardeando de mi fe, alardeando de que <<Todo lo puedo en Cristo que me fortalece>> Cuántas veces siento que de cierta forma me proyecto que tengo toda la verdad de mi lado y que eso me da derecho a posicionarse como privilegiada. Lo soy pero cuidado con proyectarme como la “riquitilla del barrio”. Cuántas veces hemos dicho que soy hija de un Rey podría haber caído como una patada en la boca del estómago a los que me rodean. Seamos humildes tal Cristo.
En esa misma línea, buscar esa integridad de la que habla y ser perfecta tal y como lo explica. Buscar la perfección por ser hija de Dios eso es trabajo, no privilegio.
Demostrar gozo por la esperanza, por la certeza de que Dios ve lo que nosotros no vemos y que las pruebas van a pasar pero de paso dejarán en mi huella para mejorar, que rendirán fruto y servirán para crecer, para madurar, en fin para ser mejor en todos los aspectos. Y ese gozo no es esa manía de que todo tiene su lado bueno, o que no puedo llorar.. ¿Por qué no? Soy humana y siempre recuerdo que en mi debilidad el poder de Dios crece. Así que se vale llorar pero en la confianza de que El Señor es fiel y bueno.
Sobre las tentaciones, es tan fácil echarle la culpa a otros. Y es tan difícil decir, Nena metiste la pata, ese no era el camino, porque de Dios viene toda buena dádiva y perfecta. Podré aprender de las tentaciones pero debo asumir mis actos, y mis faltas.
Y entonces sigamos la Palabra el fundamento, la palabra viva que como decía el Rvdo Pedro Hernández la palabra es Jesucristo, que nos cubre, que nos dirige y a quién tenemos que imitar. Nada de estar “jalando” por los pelos versículos a conveniencia. Vivamos la Palabra que es en Cristo Jesús, y amemos tal como Dios nos ama, sin prejuicios, sin condiciones, sin ataduras. Ese es el mayor reto: Amar como Ama Dios.