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Foto del escritorRvdo. Alberto J. Díaz Rivera

Vivamos el Pentecostés

Hechos 2.1–13

 

El Pentecostés era una de las tres principales fiestas de Israel, junto a la Pascua y los Tabernáculos. También se le llama la Fiesta de la Ciega, la Fiesta de las Semanas y el Día de la Ciega. Se celebraba al término de la cosecha de la cebada, cuando comenzaba la del trigo. La gente de las comunidades pequeñas se reunía en una ciudad céntrica, y allí iban en procesión a Jerusalén llevando sus primeros frutos. El origen de esta fiesta estaba claramente relacionado con la agricultura. Los israelitas traían a Dios el testimonio de la bendición que habían recibido con sus cosechas, pero en tiempos del Nuevo Testamento la tradición había identificado ya esta fiesta como una conmemoración del día en que Israel recibió la ley, la Torá.


Jesús, como parte de sus enseñanzas, había hablado sobre la misión del Espíritu. En esa misión traería convencimiento de pecado, guiaría a la verdad y facultaría a la iglesia con el poder proclamador. Es en medio de ese contexto festivo y de testimonio que el Espíritu Santo llega sobre la iglesia. Este acontecimiento parecía querer transmitirle a la iglesia que, de ese día en adelante, la experiencia de Pentecostés sería el mayor testimonio de la provisión de Dios y el inicio de una gran cosecha de salvación.


Como iglesia, debemos valorar la experiencia de Pentecostés, pues esta nos recuerda que es por el Espíritu Santo que la iglesia puede ser portadora de un evangelio de esperanza y de salvación. Pone nuestros pies en la tierra, al recordarnos como iglesia, que solo somos instrumento del Espíritu y no el centro del evangelio, quien sigue siendo Jesucristo. El Pentecostés nos desafía a identificarnos de tal manera con el prójimo que podamos hablar como ellos y, desde su realidad, compartirle las buenas noticias de Jesús. Nos recuerda que la palabra del Espíritu no tiene que llevar a la gente a pensar como nosotros/as, sino a una experiencia de arrepentimiento y de encuentro con Dios.


¡Que el Señor nos ayude como iglesia a vivir el Pentecostés!

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