“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.”
—Filipenses 2:5

En los pasados días, durante nuestros estudios bíblicos relacionados a la oración según descrita en el evangelio de Mateo, se mencionaba la idea de modelar a Cristo en nuestras oraciones. También se mencionaron diferentes tipos de oración y se recordaba la oración de San Francisco de Asís, la cual dice:
Hazme un instrumento de tu paz;
donde haya odio, lleve yo tu amor;
donde haya injuria, tu perdón, Señor;
donde haya duda, fe en ti.
Maestro, ayúdame a nunca buscar
el ser consolado, sino consolar,
ser entendido, sino entender,
ser amado, sino yo amar.
En el mensaje de hoy, la propuesta de modelar a Cristo nos llega a través de una exhortación de Pablo a la iglesia de Filipenses. En los versículos anteriores al 5, se detallan aquellas cualidades que no deben coexistir en nuestro corazón como creyentes. Pablo señala que no hagamos nada por vanagloria, sino solo con humildad, estimando a los demás como superiores a nosotros mismos.
La idea de humildad que trae Pablo no se trata de fomentar la humillación o el abuso. Al contrario, la idea de humildad que Pablo presenta por medio del capítulo 2 de Filipenses es aquella que fue practicada por Cristo Jesús, quien fue justo y obediente hasta su muerte.
La humildad es más liviana y fácil de llevar que el orgullo. El orgullo en sí mismo se ve en la Biblia como aquello que nos aleja de Dios. Es una pesadumbre cargar con el orgullo, porque nos hace actuar, pensar y hablar de maneras incorrectas y alejadas de lo que Jesús nos enseñó.
Por el contrario, la humildad trae descanso y refrigerio a nuestro corazón. Nos ayuda a imitar a Cristo en su sentir, para que haya en nosotros aquello que también se menciona en el verso 9: la exaltación de Cristo. Dios nos recompensa cuando le vivimos. Seamos como Cristo.
Bendiciones,
Manuel Soto Rodríguez
Preministerial IBPR
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