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Foto del escritorRvda. Yamina Apolinaris

Una celebración diferente, pero un mismo mensaje de bondad y fidelidad

“Porque el Señor es bueno y su misericordia es para siempre”. -Salmo 100:5

 

Este año marca una fecha importante en nuestra iglesia; celebramos 120 años de historia como congregación. Un grupo de hermanos y hermanas que, habiendo escuchado la buena noticia de la bondad y la fidelidad de Dios a través de Cristo Jesús, se congregaron como gente comprometida con esparcir la buena semilla y en todo tiempo o circunstancia, testificar de Cristo.

Algunos y algunas hemos leído datos históricos sobre los comienzos de la obra, y muchos(as) más hemos escuchado los testimonios de las generaciones pasadas que han quedado como el eco de una expresión gozosa de lo que Dios ha hecho posible en personas, familias, nuestra comunidad y aún más allá de los límites territoriales de esta tierra borinqueña. A lo largo de todos estos años nuestra iglesia ha enfrentado retos de todo tipo, pero nada se ha podido interponer ni obstaculizar la obra del ministerio. Tampoco hoy. Si bien nos enfrentamos a una situación que jamás y nunca hubiésemos imaginado, es decir, una pandemia que no sólo ha traído enfermedad, carencias económicas, temores y ansiedades, sino que, como un acto de cuidado y protección por todos y todas, ha requerido que las puertas de nuestro templo lleven cerradas por varios meses.

Esto pudo haber resultado en la cancelación de cultos y actividades, sin embargo, para nuestra iglesia, ha resultado en todo lo contrario. Gracias al arduo trabajo de un hermoso grupo de hermanos y hermanas, que desde sus diversas áreas han aportado de sus talentos, tiempo y recursos, el programa de la iglesia no sólo se ha mantenido, sino que se ha ampliado, con la participación, desde sus hogares, de una comunidad de fe que ha respondido a la convocatoria, no sólo de congregarse, sino además, de invitar a otros y otras a unirse. Es por esto que seguimos repitiendo que, el templo está cerrado, pero la iglesia sigue viva, abierta y presente en cada comunidad.

No cabe duda que añoramos volver a congregarnos en nuestro amado templo. Deseamos, como dice el salmista, “entrar por sus puertas con acción de gracias y por sus atrios con alabanza”. Deseamos que llegue el día cuando volvamos al templo para alabar, adorar, orar, reflexionar en la Palabra y celebrar la unidad y hermandad en Cristo Jesús.

Mientras tanto, esperamos con paciencia por la llegada de ese día, seguimos alabando, adorando, orando, reflexionando en la Palabra y celebrando nuestra unidad en Cristo Jesús, desde nuestros hogares, que son templo donde habita el Espíritu de Dios.


El año 2020, para el aniversario 120, marcará una celebración diferente, pues no estaremos en el templo, sino desde nuestros hogares; pero aún así, con fervor, con gozo y con gran sentido de expectación porque celebramos la bondad y la fidelidad de Dios, que es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Sin duda este aniversario representará una celebración diferente, pues nada servirá de obstáculo para que puedas congregarte y participar de toda la programación de aniversario. Separa tu ofrenda de aniversario, que sirva como expresión de gratitud a Dios por los 120 años, y especialmente este 2020, donde Dios ha mostrado su misericordia, sosteniendo tu vida y la de los tuyos. Y no te olvides de invitar a otras personas, comenzando con tu propia familia, para que desde donde estén, reciban las bendiciones que el Señor.

Una celebración diferente, una nueva oportunidad para celebrar la bondad y la fidelidad de Dios para contigo.

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