Hechos 7: 51–60
“Si un hombre es capaz de predicar sermones sin Cristo, no te hagas daño escuchándolo”. Esta frase se le atribuye a Charles Spurgeon, predicador bautista inglés del siglo XIX. Con esta frase, el autor buscaba exhortar a su audiencia sobre la importancia de discernir, entre los múltiples mensajes, cuáles son los que se fundamentan en la vida de Jesucristo. Siglos antes de que Spurgeon compartiera esta afirmación, el autor de 1ra de Juan también exhortaba a la iglesia a “probar los espíritus” e identificar si son o no mensajes del Espíritu de Dios, el cual siempre conducirá a Cristo.
El discurso de Esteban es uno muy singular, pues, al igual que los sermones que le anteceden, es un modelo de lo que es una predicación centrada en la figura de Jesús. No debemos ignorar que este sermón se da en el contexto de los discursos del apóstol Pedro, en los cuales apuntaba a Jesús como aquel Mesías prometido al que el pueblo rechazó. Esteban le hace saber a aquellos religiosos que habían rechazado a Jesús que su acción había sido una aprendida, pues sus antepasados habían vendido a José, desobedecido a Moisés, matado a los profetas y, como si fuera poco, quisieron confinar al mismo Dios en un templo. De esta manera, les recordaba su fallida historia con Dios. El resultado de esa historia fallida fue la desobediencia y falta de comprensión del nuevo pacto, lo que los llevó al pecado, razón por la cual fueron confrontados.
Acto seguido, Esteban miró al cielo “y [vio] la gloria de Dios”, pues la predicación centrada en Cristo nos hace saber a dónde debemos mirar. Interesantemente, la tradición nuevotestamentista nos indica que Jesucristo es “el resplandor de la gloria de Dios”, y que, solo a través de él “como por espejo”, podemos ver la gloria divina. Esa gloria facultaría de seguridad y fe a Esteban, de manera que pudiera hacer frente a los padecimientos que le sobrevendrían.
La predicación centrada en Cristo nos enseña a ser como Jesús. Tal como lo hizo Jesús, Esteban le pidió a Dios que perdonara a quienes lo asesinaban. Porque solo cuando hemos escuchado de él y hemos visto el resplandor de su gloria es que nuestras acciones se asemejarán a la de Él.
Esta es la predicación que debemos escuchar, esta es la predicación de la que debemos aprender.
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