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Oración que aconseja

Colosenses 1.3-14

 

Todos hemos recibido palabras de consejo. En ocasiones, esos consejos los hemos recibido a través de una palabra de oración. Algunos de esos consejos fueron dados por nuestros padres o madres cuando éramos niños o jóvenes; otros de nuestros maestros; otros de amigos, consejeros o hermanos en la fe. Un consejo es una orientación u opinión para la vida. Hay consejos que son liberadores porque su fin es ayudar y bendecir en la vida. Ahora bien, no todo consejo que se recibe persigue o tienen como fin último el bienestar de la persona que lo recibe, pues hay consejos que dañan la vida del ser humano. Recuerdo que en mi niñez y juventud llegaba junto a mis padres muy temprano al templo. Mi papá era presidente del Cuerpo de Ancianos y procuraba que todo en la iglesia estuviera listo para cada culto. Había una hermana que también solía llegar temprano. Ella no era de muchas palabras, pero sí de mucha oración. Recuerdo que en varias ocasiones me llamaba a su lado y simplemente oraba por mí y en su oración incluía una palabra de consejo y orientación que sería de bendición a mi vida. En la carta a los colosenses encontramos una oración que incluye un consejo pastoral a una iglesia que estaba en peligro. Entre los peligros que enfrentaba esta iglesia estaban los morales, filosofías contrarias al mensaje de Jesús y la religiosidad que les aislaba de su entorno.


Nosotros/as también estamos expuestos al peligro, en particular, al peligro de la religiosidad que nos aísla de nuestro entorno. Que no nos permite ver las necesidades de aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino. Las necesidades de una sociedad en la cual muchos/as sufren violencia. Ejemplo de ello es lo sucedido esta semana, cuando fuimos consternados por la noticia de la muerte de un niño a manos de su padre. Aun más reciente, en medio de una situación de violencia de pareja, un padre asesina a su hijo e hiere a su esposa. Hace unos días, en plena luz del día, un joven fue asesinado en un área comercial. Pienso que, al igual que Colosas, estamos en peligro de insensibilizarnos, de no ver con compasión la necesidad del otro, en peligro de ver estas experiencias como algo que no tiene que ver con nosotros.


Ante tal riesgo, el consejo de la Palabra de Dios se hace presente para animarnos a tener fe y desafiarnos a dar frutos de vida, viviendo en armonía con Dios y con nuestro prójimo y así valorar lo que Dios ha hecho por nosotros/as. Para esto nos es necesario ejercer nuestro ministerio profético de anuncio y denuncia, pues la iglesia no se puede divorciar de su entorno, porque entonces perderá su propósito de ser portadores de la gloria del Señor, de las buenas noticias de Jesús.

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