Mateo 6.25-34
Hace varios años, mientras participaba de una reunión, una de las participantes sufrió un ataque de ansiedad. Su ritmo cardíaco se aceleró, respiraba de manera acelerada, su cuerpo temblaba, entre otros síntomas. Aquel momento fue muy preocupante, se atendió profesionalmente la situación y oramos por la compañera. Unos días más tarde llamé a la compañera y me compartió que la situación que había experimentado era producto de altos niveles de ansiedad; ya que había asistido al médico, se había realizado un sin número de estudios y todo estaba dentro de los parámetros de normalidad. Por la confianza que tenemos le pregunté si había podido identificar los estresores, y su respuesta fue: “el afanarme por todo”. En algunos países el término “afán” puede hacer referencia a un robo, o sea, a un delito. En otros países, como el nuestro, puede significar hacer algo pronto, quizás con fecha límite. También podría significar entregarse a una tarea con congoja, esto es, con agobio o pena.
El pasaje considerado forma parte del Sermón del Monte, y es la conclusión de una serie de enseñanzas en las cuales Jesús habla sobre los tesoros en la tierra y nuestro servicio a esos tesoros. Vivir con afán no solo sería incorrecto, sino que sería dañino a la vida del ser humano. Es por lo que Jesús acentuó la importancia de confiar más en Dios; como ejemplo, mencionó imágenes de la flora y la fauna, específicamente las aves y los lirios del campo. Con ello, Jesús no negó la responsabilidad del trabajo, de hacer lo que nos toca o de asumir nuestra responsabilidad; todo lo contrario, con su ejemplo destaca que mientras hacemos lo que nos toca, debemos confiar en Dios.
Con esta enseñanza, Jesús contrasta cuál debe ser la actitud del creyente ante los inciertos de la vida: contrario a quienes no confían o no conocen al Señor, los creyentes deben decidir no hundirse en el temor que pueden ocasionar las inseguridades de la vida. Confiar en que Dios conoce nuestras necesidades y que, en su amor, recibiremos lo necesario. Ahora bien, si por algo debemos ser absorbidos/as, que sea por la búsqueda del reino de Dios y su justicia. El reino y su justicia son dones de la gracia de Dios para su pueblo. Dones que, al recibirlos, nos impulsan a confiar en Dios y ocuparnos en la construcción de su reino aquí y ahora.
Al terminar aquella conversación, vino a mi mente esta enseñanza de Jesús de Nazaret y las veces en las que me he afanado sin ninguna necesidad. ¿Estás afanado/a? Recuerda que su palabra continúa exhortándonos a confiar en aquel que conoce todo lo que necesitamos y tiene el poder para darnos paz.
Bendiciones,
Pastor Alberto
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