“No está aquí, pues ha resucitado, como dijo.”
–Mateo 28:6a
Hay caminos que preferimos no tomar porque no nos sentimos seguros en ellos. Nos parecen peligrosos o tal vez se nos hacen muy largos y complicados. Hay caminos que preferimos evadir porque requieren mucho esfuerzo de nuestra parte. Preferimos siempre tomar las rutas que ya conocemos, las que ya hemos caminado, las que nos muestran paisajes bonitos, las que se nos hacen más cortas, etc. Sin embargo, a veces es necesario cambiar de ruta.
Hay lugares a los que no podemos llegar por la ruta corta o la conocida. Hay destinos a los que no llegamos si no pasamos por los caminos sombríos y difíciles. Jesús conocía esto muy bien. La noche que fue entregado, antes de ser arrestado y mientras oraba en el Getsemaní, pidió al Padre: “si es posible, pase de mí esta copa”. Jesús sabía que había llegado al punto en el que tendría que tomar la ruta sombría, la ruta del dolor y el sufrimiento, el camino del Calvario. Jesús era consciente de que la curva que estaba a punto de tomar en su camino lo llevaría a morir en una cruz en lo alto del monte de las calaveras.
En su humanidad, Jesús ya estaba sufriendo lo que se le venía encima. Por eso le pide al Padre que, si fuera posible, le evitara tener que pasar por el Calvario. Jesús el hombre, igual que tú y yo, habría preferido evadir el camino sombrío de la muerte. Sin embargo, Jesús el hijo de Dios conocía muy bien que era imposible llegar al otro lado sin pasar por el Calvario.
Entonces le dice a Dios, “hágase tu voluntad”. Jesús pudo ver más allá. Jesús, el hijo de Dios, sabía que al otro lado del Calvario estaba el trono de Dios. Jesús entendía que más allá del Calvario estaba la resurrección. “Hágase tu voluntad”. Gracias a eso, las mujeres que fueron al sepulcro encontraron la tumba vacía. Gracias a esa curva en el camino, Tomás pudo meter su mano en el costado del Cristo resucitado. Gracias a que Jesús estuvo dispuesto a caminar hasta el Calvario, se les aparece a los discípulos al amanecer en la playa y los invita a pescar y desayunar juntos. Gracias a ese tramo del camino sombrío y doloroso, Pedro fue reivindicado en su liderato, al recibir tres veces el mandato a apacentar las ovejas. Gracias a que Jesús caminó hasta el Calvario, tú y yo tenemos esperanza de vida, de vida victoriosa y de vida eterna con el Cristo resucitado.
Estamos hoy aquí celebrando, no la muerte, sino la resurrección y la vida. Hoy nos toca a todos salir como lo hicieron aquellas mujeres a anunciar: iHa resucitado! iAleluya! iCristo vive!
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