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Jesús, prueba de un amor sin igual

Porque de tal manera amó Dios, que dio a su hijo

—Juan 3:16

 

Para este cuarto domingo de adviento, el tema es el amor. Tema que hablamos con frecuencia y queremos manipular a nuestra conveniencia, pero que, cuanto más lo consideramos, más cuenta nos damos de lo difícil que se nos hace comprenderlo, mucho más, vivirlo.


Parece extraño que, para este tiempo de Adviento, estemos utilizando este texto de Juan, que asociamos más con la Semana Mayor. Sin embargo, me parece que, precisamente en esto es que se basa el anuncio del nacimiento de Jesús. He querido utilizar el texto de Juan, porque recoge de manera abarcadora la razón por la cual Dios se humana de la manera más sencilla, más cercana, más conmovedora.


El evangelista Juan nos plantea que quien se acerca al Cristo ha de hacerlo desde la fe, pues sólo en la fe se manifiesta el misterio de nuestra salvación. Ese misterio que se descubre y manifiesta a través del amor; pues el amor es lo que nos une a Dios. De ahí que, el amor de Jesús a los suyos es, no sólo el modelo del amor, que los discípulos deben obsequiarse mutuamente, sino también su fuente.


No es sólo que el amor es de Dios y que quienes están en Dios aman, sino que Dios es por naturaleza amor y por eso quienes están y comparten esa naturaleza divina, de igual manera viven en el amor.


Nos esforzamos por describir y definir a Dios; tarea imposible, pues es Dios quien se define a sí mismo. Y lo hacemos porque deseamos entender plenamente a Dios. Si así fuera, le controlaríamos.


Pero Dios, desde ese gran misterio nos abre una ventana para que podamos vislumbrar su rostro, en la persona de Cristo Jesús. Como un tierno niño, pequeño, humilde, vulnerable, pues sólo así podemos abrirnos al misterio del amor de Dios y de su gracia salvadora.


Por eso, amamos, porque fuimos amados/amadas. Esto es crucial. Porque Dios nos amó, podemos amar. La búsqueda de Dios está cercana, disponible, por medio de la vida en amor, que se manifiesta siempre de maneras concretas.


Esta es la buena noticia, que, “de tal manera” nos amó Dios, que mostró y continúa mostrando su misericordia y su gracia para rescatarnos de nuestras tinieblas y rodearnos con su luz.


“De tal manera”; incomprensible, abarcadora, inagotable. De tal manera nos amó Dios y nos invita a dejarnos alcanzar por ese amor.


No lo entendemos, pero lo creemos, porque lo vemos con nuestros ojos y lo sentimos en nuestro corazón.


¡Celebramos, porque un niño nos es nacido, Jesús, regalo de amor de Dios!

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