Mateo 21.1-15
Hoy inicia la Semana Santa, un tiempo importante para toda la cristiandad, pues recordamos la vida y muerte de Jesús, así como su resurrección. En particular, hoy recordamos ese día en el cual Jesús entró a Jerusalén en el tiempo de la fiesta de la pascua. La fiesta de la pascua era importante en la historia de Israel, puesto que era un recordatorio de la liberación de la esclavitud en Egipto. En Jerusalén se recibían miles de peregrinos que llegaban desde diversos lugares a recordar ese acto liberador. Fue en ese contexto de celebración que muchos aclamaron a Jesús, diciéndole: “¡Hosanna! ¡Hosanna!”, que significa: “¡sálvanos!, ¡sálvanos!”. Ciertamente, algunos exclamaban esto porque reconocían el poder salvador de Jesús —pues le habían visto liberar la vida de otros seres humanos—, pero otros lo exclamaban viendo en él a uno que les liberaría de la política y la opresión romanas.
Al entrar a Jerusalén, Jesús llegó al corazón de la ciudad, a su centro religioso: el Templo. Allí se percata de que el templo se había convertido en un lugar inaccesible, pues había todo un negocio de ventas y monopolio para ganancias de los sacerdotes, aprovechándose de quien llegara allí. Como resultado de tal práctica, Jesús se indignó, volcó las mesas y, citando a Isaías y a Jeremías, dijo: “mi casa, ‘casa de oración’ será llamada, mas ustedes la han convertido en casa de ladrones”. Luego de dicho evento, se acercaron a Jesús ciegos y cojos —personas a quienes se les prohibía la entrada al Templo— para ser sanados por él y tener nuevamente el derecho a adorar en aquel recinto sagrado.
Pienso que, como iglesia, esta experiencia debe recordarnos dos cosas fundamentales. Primero: que Jesús desea entrar a la vida del ser humano para una experiencia transformadora, en la cual las mesas de nuestras vidas sean volcadas y nuestra visión de fe sea transformada. Segundo: nos invita como iglesia a hacer una autoevaluación para ver si nuestras estructuras impiden que otros/as por quien Jesús también murió puedan celebrar su liberación.
¡Que esta Semana Santa sea de bendición a sus vidas!
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