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Foto del escritorRvda. Lilybeth Bosch Ramírez

Del pesebre a la oración

Lucas 2: 14–20

 

Todo comenzó una noche en Belén, cuando un anuncio trascendental hizo que los pastores escucharan el coro angelical que proclamaba: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Así se convirtieron en testigos privilegiados de la realidad anunciada, y, al escuchar el mensaje, respondieron con firmeza: “Vamos, pues, a Belén y veamos esto que ha sucedido”. Al encontrarse con Jesús en el pesebre, los pastores vivieron una experiencia transformadora: conocieron al Salvador, al Mesías, al Señor. Sus vidas nunca volvieron a ser las mismas. Al salir de allí, lo hicieron "dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho".

Hoy, al ser testigos de la cantata del coro, recordamos cuán glorioso es Dios, quien, en su infinito amor, se encarnó para habitar entre nosotros y transformar nuestra realidad. El encuentro con Jesús en el pesebre debería despertar en nosotros un profundo asombro por su grandeza y una alabanza sincera por quien Él es. Pero, sobre todo, debe impulsarnos a acercarnos a Él una y otra vez a través de la oración. La oración es el medio por el cual podemos seguir experimentando la presencia de Dios, lo que nos permite vivir en comunión continua con Él, para que, como los pastores, nuestra vida también se transforme en un himno de alabanza y gratitud.


Regresemos a la oración.

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