Texto: Juan 17:20
El Evangelio de Juan nos presenta el momento en que Jesús ora, no sólo por sus discípulos, sino además por aquellos y aquellas que han de creer por el testimonio de estos.
En este texto tan conocido no podemos perder de vista que Jesús está confiando, por un lado, que los discípulos han de dar testimonio y por otro, que serán exitosos en esa tarea. No hay duda, que, el producto de su esfuerzo será que otras personas, por esas que Jesús está orando, conocerán las buenas nuevas de amor y esperanza de Dios en Cristo Jesús y por ello, desearán unirse al grupo de sus seguidores.
Este texto también nos recuerda que, esa encomienda de Jesús no fue solo para sus discípulos de entonces, sino que sigue vigente para nosotros y nosotras hoy. La campaña evangelística más efectiva, es el testimonio personal de nuestra fe. Es, lo que expresamos con nuestras palabras y con nuestras acciones, porque lo uno tiene que ser congruente con lo otro. Lo que testimoniamos no son reglas o normas aprendidas que queremos inculcar a otras personas, sino que mostramos, en palabra y acción lo que hemos creído, en la confianza que Dios, así como en nuestras vidas, obrará en los demás lo que sea necesario.
En un tiempo de transición como el que estamos viviendo como iglesia, continuamos en la tarea evangelizadora. No es momento de cruzarnos de brazos. Hay que seguir trabajando, hoy más que nunca, pues con esto evidenciamos que nuestra fidelidad primordial y compromiso verdadero es con el Señor.
Hay muchos individuos y familias, que necesitan de un lugar donde puedan encontrar la comunión de los santos; donde puedan conocer de un Dios amoroso, donde puedan crecer y madurar espiritualmente; donde obtengan herramientas para vivir a plenitud; donde comprendan lo que es el amor que motiva al servicio a los demás; donde puedan distinguir las señales del Reino de Dios en y para sus vidas.
El Espíritu está orando, intercediendo, pero y la iglesia, ¿está haciendo lo que tiene que hacer? Confiamos que sí. Pues hoy, como ayer, la gente necesita perdón, necesita amor, necesita esperanza, necesita redención, necesita vida.
El escritor bíblico decía que, Cristo es en nosotros, la esperanza de gloria. Ese misterio, Cristo Jesús, en nosotros, es la esperanza de Gloria para la humanidad. Asumamos con responsabilidad esta extraordinaria verdad, mis hermanos y hermanas.
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