Lamentaciones 5:21
Este domingo es muy especial porque nuestro Coro Mayor celebra 89 años de ministerio musical ininterrumpido, en nuestra congregación. Felicitamos a nuestro coro por esta gran contribución a la experiencia de adoración de nuestra iglesia. A través de los cánticos y alabanzas, manifiesta nuestro deseo de alabar y adorar a nuestro Dios, pero además, pone al descubierto nuestras necesidades individuales y colectivas.
Por tanto, no hemos de perder de vista que, al coro les sucede como a los profetas y a los/las predicadores/as, es decir, el mensaje no sólo les inspira para cantarlo, sino que también les reta a cumplirlo.
El mensaje de Lamentaciones es sobre todo una advertencia contra el conformismo, contra la dejadez, contra el olvido de por qué se está dónde se está. Es decir, es como si el escritor de lamentaciones le rogase al Señor que les jamaquee, que les torne en la dirección correcta, porque a veces perdemos el norte; a veces nos acostumbramos tanto a hacer lo mismo que nos olvidamos de la razón por la cual lo comenzamos a hacer. Porque a veces se puede estar ahí sentado, pero estar en otro lugar. A veces se puede estar cantando, pero por dentro llorando; a veces se puede entonar un cántico de esperanza, pero por dentro sentirnos completamente desesperados.
Esta celebración ha de ser también un recordatorio de por qué y para qué les llamó el Señor. Quienes responden a este ministerio, no están en el coro meramente porque cantan bien o porque les guste cantar; están aquí porque les ha llamado el Señor. Y les ha llamado a una tarea crucial y trascendental.
¿Cuántas personas han alcanzado salvación a través de un mensaje cantado? ¿Cuántas personas han sentido una palabra especial del Señor o una bendición especial a través de un himno cantado por el coro?
Eso quiere decir que nuestro coro ha sido y sigue siendo de bendición a muchas personas. No tomemos esto livianamente. Son instrumento del Señor y con frecuencia, son la manera más directa y personal de escuchar un mensaje sutil, en medio de las tormentas de nuestra vida. ¡Damos gloria, honra y alabanza a nuestro Dios!
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