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“YADÁ”

Joel 3: 17


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Yadá es una palabra hebrea que aparece casi 950 veces en el Antiguo Testamento. Esta palabra tiene dos significados muy importantes: adorar y conocer. El contexto en el que se use determina su significado. Yadá es una palabra muy interesante porque para adorar a Dios, para alabarlo, hay que conocerlo. Es necesario saber quién es Dios para adorarle en espíritu y en verdad. Adoramos a Dios porque sabemos que es nuestro creador, nuestro padre. Sabemos que es todopoderoso, que nada le es imposible. Le hemos conocido a través de Jesús, nuestro salvador. Le hemos conocido a través del testimonio de las Escrituras y a través del testimonio personal de muchos seres humanos. Y se supone que le conocemos por nuestra experiencia personal. ¿Pero alguna vez te has preguntado si en verdad le conoces?         

 

A veces pareciera que no le conocemos tan bien como pensamos. Hay momentos en nuestra vida cuando se nos hace muy difícil tomar decisiones porque no sabemos qué es lo que Dios espera de nosotros. Nos sentimos confundidos e inseguros. Nos sentimos perdidos y no sabemos cuál es la voluntad de Dios. En momentos así, puede parecernos que Dios se ha alejado de nosotros y hasta dudamos de su amor y sus promesas.

 

La palabra Yadá significa conocer a Dios de manera profunda e íntima. Yadá implica que le conocemos tal como Dios nos conoce a nosotros. Se trata de una comprensión completa de la naturaleza y el carácter de Dios. Joel 3:17 nos dice “entonces sabrán que yo soy el Señor su Dios”. La palabra utilizada en el original para “sabrán” es “yadá”. Este verso habla de un evento en el que los habitantes de Jerusalén conocerán (yadá) al Señor y comprenderán que él es su Dios y su Señor. Dios desea que sus hijos le conozcan y que comprendan la naturaleza de su ser. Desde el principio, Dios se ha revelado a sus criaturas. La Biblia nos enseña cómo Dios ha revelado su naturaleza y su carácter. Dios se ha acercado a nosotros en nuestra imperfección al hacerse uno como nosotros en la persona de Jesús. Dios nos ha buscado y nos sigue buscando. Dios sigue haciéndose accesible para que le conozcamos. Nos toca ahora, a cada uno de los que nos llamamos cristianos, acercarnos a Dios y procurar conocerlo cada día más. Es hora de buscarle. Es hora de Yadá.

 
 
 

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